¿Se acerca el tiempo profetizado?
Tomado de
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www.religionenlibertad.com
El padre Livio dejó caer una afirmación llamativa el año 2010. “Vicka me ha confirmado, en una entrevista que la hicimos recientemente en Radio María, que estamos ahora entrando en los tiempos de Medjugorje, esto es, que los sucesos predichos están por llegar.”
Pero no es un caso aislado. Recientemente, el pasado 17 de junio, la Virgen transmitirá a Iván, otro de los videntes de Medjugorje, el siguiente mensaje: “Sigan mis mensajes, especialmente en estos días que vendrán, renueven mis mensajes en sus familias. Oren, queridos hijos, para que mi Hijo nazca en sus corazones, en sus familias. Sepan, queridos hijos, que la Madre reza por ustedes y los ama con amor maternal. Por ello perseveren. Gracias, queridos hijos, por haber respondido a mi llamada”.
“Entrando en los tiempos”, “especialmente en estos días que vendrán”. Son expresiones nítidas, claras, en las que late una evidente sensación de inmediatez sobre un algo que está a las puertas. Como si faltara poco, relativamente poco, para que algo desconcertante suceda. ¿De qué faltaría poco, entonces? ¿Qué está por llegar? Vicka comprendía que el tiempo de los secretos estaba próximo. A Ivan parece decírsele que se vienen tiempos difíciles.
Sin embargo la percepción de acercamiento a tiempos oscuros también la tenía sor Lucia. Y así se lo diría al papa Juan Pablo II aquel 1982, casi un año después del atentado: “Y, aunque no constatamos aún la consumación completa del final de esta profecía, vemos que nos encaminamos poco a poco hacia ella a grandes pasos.”
Algo similar vemos en otra fuente. En este caso se trata de María Esperanza de Bianchini, vidente de las apariciones de Betania, Venezuela, muerta recientemente y cuyo proceso de beatificación está en marcha. En una entrevista que concedió a principios de los años 90 a Michael Brown le transmitía su especial percepción de los tiempos. “Todo está en marcha. Yo no lo veré, pero diría que no quedan más que 10 ó 20 años”.
Secretos, profecías… Todo parece estar en curso, en marcha hacia su cumplimiento. Y es que hay una directa relación entre el mensaje de las apariciones (esa llamada a la conversión) y lo profético (secretos o profecías desveladas aún entre brumas). En cierto modo la gravedad del mensaje, la necesidad urgente de conversión, viene expresado gráficamente por el secreto o lo profético pues si tal es lo viniente en caso de no convertirse, ¿acaso no se hace evidente la importancia de esa conversión? Y si esa profecía nunca se realizara, ¿a qué esa urgencia en la conversión?
Pero los tiempos han venido pasando, entre apremios y premuras, sin que nada “pase”, sin que nada ocurra. Se nos dice que dado lo difícil que es urgirse a una vida eterna que no vemos, resulta más sencillo comprender lo importante de una conversión situándose ante las perspectivas nada halagüeñas resultado de nuestro obrar. Así, anticipando lo viniente, podemos comprender mejor la gravedad del pecado y las consecuencias del mal. Claro, que si nada ocurre, nada pasa, se pierde esta perspectiva y esa tensión. Cierto. Pero no debemos quedarnos ahí, puesto que ante tanto mensaje y profecía parece intuirse un algo más, un algo escatológico anticipado en esos mensajes, en esos secretos. De entrada surge una duda razonable: ¿acaso estos tiempos son diferentes a otros tiempos? ¿Lo que estamos viendo es “normal”, lo que veremos es previsible? Y si no son tiempos al uso, ¿acaso no estaremos entrando en tiempos bíblicos?
Pablo VI era de ese parecer. Percibía como una tensión, una condensación de los signos de los tiempos descritos en el Evangelio; pero una condensación que no significaba una pronta resolución. Signos de los tiempos lo llamaban los grandes exegetas. En todo caso, signos evidentes.
En este sentido el padre Livio no es un cualquiera. De entrada es el director de Radio María Italia, y su relación con los videntes no es sólo profunda sino de gran amistad. Por ello, y por la valentía de Radio María Italia, Medjugorje tiene una fuerte presencia en las ondas italianas, pero una presencia de fondo. En cierto modo todas las Radio María han surgido del espíritu de la Reina de la Paz de la aldehuela exyugoslava, pero la franquicia italiana ha sido un cauce de profundización, análisis y entrevistas, en lo referente a Medjugorje, que parece la cátedra para conocer en profundidad estas apariciones y su significado. Y para el padre Livio si hay algo de Medjugorje que no se puede desgajar es "mensaje de conversión" y "secretos". Uno y otro están íntimamente ligados, profundamente unidos. Los 10 secretos apelan a la conversión. Y la necesidad urgente de conversión profundiza en unos tiempos que adquieren una dimensión nueva, escatológica. Más claramente, en una lucha descarada del mal contra el bien, como nunca antes.
Quizá hace pocos años parecería palabra oscura, pero la evidencia actual personifica ese odio a Dios a todas las escalas: educativa, legal, social, cultural y moral. Es la realidad presente, y sus consecuencias no pueden ser banales.
¿Qué hay detrás? En este sentido las apariciones arrojan una nueva luz: el mensaje de conversión ya no aparece descarnado, desubicado, sino inmerso en una realidad histórica y bíblica sorprendente: son tiempos de un nuevo “seréis como dioses”. Y esa dimensión a la que nos hemos acostumbrado es de tal consecuencia, de tal gravedad, que si el Cielo no arroja luz profética, ni se entenderían los tiempos, ni sus consecuencias.
Y esta es la novedad: la sensación de que ese algo viniente esté cada vez más próximo.
Fuente :
El padre Livio dejó caer una afirmación llamativa el año 2010. “Vicka me ha confirmado, en una entrevista que la hicimos recientemente en Radio María, que estamos ahora entrando en los tiempos de Medjugorje, esto es, que los sucesos predichos están por llegar.”
Pero no es un caso aislado. Recientemente, el pasado 17 de junio, la Virgen transmitirá a Iván, otro de los videntes de Medjugorje, el siguiente mensaje: “Sigan mis mensajes, especialmente en estos días que vendrán, renueven mis mensajes en sus familias. Oren, queridos hijos, para que mi Hijo nazca en sus corazones, en sus familias. Sepan, queridos hijos, que la Madre reza por ustedes y los ama con amor maternal. Por ello perseveren. Gracias, queridos hijos, por haber respondido a mi llamada”.
“Entrando en los tiempos”, “especialmente en estos días que vendrán”. Son expresiones nítidas, claras, en las que late una evidente sensación de inmediatez sobre un algo que está a las puertas. Como si faltara poco, relativamente poco, para que algo desconcertante suceda. ¿De qué faltaría poco, entonces? ¿Qué está por llegar? Vicka comprendía que el tiempo de los secretos estaba próximo. A Ivan parece decírsele que se vienen tiempos difíciles.
Sin embargo la percepción de acercamiento a tiempos oscuros también la tenía sor Lucia. Y así se lo diría al papa Juan Pablo II aquel 1982, casi un año después del atentado: “Y, aunque no constatamos aún la consumación completa del final de esta profecía, vemos que nos encaminamos poco a poco hacia ella a grandes pasos.”
Algo similar vemos en otra fuente. En este caso se trata de María Esperanza de Bianchini, vidente de las apariciones de Betania, Venezuela, muerta recientemente y cuyo proceso de beatificación está en marcha. En una entrevista que concedió a principios de los años 90 a Michael Brown le transmitía su especial percepción de los tiempos. “Todo está en marcha. Yo no lo veré, pero diría que no quedan más que 10 ó 20 años”.
Secretos, profecías… Todo parece estar en curso, en marcha hacia su cumplimiento. Y es que hay una directa relación entre el mensaje de las apariciones (esa llamada a la conversión) y lo profético (secretos o profecías desveladas aún entre brumas). En cierto modo la gravedad del mensaje, la necesidad urgente de conversión, viene expresado gráficamente por el secreto o lo profético pues si tal es lo viniente en caso de no convertirse, ¿acaso no se hace evidente la importancia de esa conversión? Y si esa profecía nunca se realizara, ¿a qué esa urgencia en la conversión?
Pero los tiempos han venido pasando, entre apremios y premuras, sin que nada “pase”, sin que nada ocurra. Se nos dice que dado lo difícil que es urgirse a una vida eterna que no vemos, resulta más sencillo comprender lo importante de una conversión situándose ante las perspectivas nada halagüeñas resultado de nuestro obrar. Así, anticipando lo viniente, podemos comprender mejor la gravedad del pecado y las consecuencias del mal. Claro, que si nada ocurre, nada pasa, se pierde esta perspectiva y esa tensión. Cierto. Pero no debemos quedarnos ahí, puesto que ante tanto mensaje y profecía parece intuirse un algo más, un algo escatológico anticipado en esos mensajes, en esos secretos. De entrada surge una duda razonable: ¿acaso estos tiempos son diferentes a otros tiempos? ¿Lo que estamos viendo es “normal”, lo que veremos es previsible? Y si no son tiempos al uso, ¿acaso no estaremos entrando en tiempos bíblicos?
Pablo VI era de ese parecer. Percibía como una tensión, una condensación de los signos de los tiempos descritos en el Evangelio; pero una condensación que no significaba una pronta resolución. Signos de los tiempos lo llamaban los grandes exegetas. En todo caso, signos evidentes.
En este sentido el padre Livio no es un cualquiera. De entrada es el director de Radio María Italia, y su relación con los videntes no es sólo profunda sino de gran amistad. Por ello, y por la valentía de Radio María Italia, Medjugorje tiene una fuerte presencia en las ondas italianas, pero una presencia de fondo. En cierto modo todas las Radio María han surgido del espíritu de la Reina de la Paz de la aldehuela exyugoslava, pero la franquicia italiana ha sido un cauce de profundización, análisis y entrevistas, en lo referente a Medjugorje, que parece la cátedra para conocer en profundidad estas apariciones y su significado. Y para el padre Livio si hay algo de Medjugorje que no se puede desgajar es "mensaje de conversión" y "secretos". Uno y otro están íntimamente ligados, profundamente unidos. Los 10 secretos apelan a la conversión. Y la necesidad urgente de conversión profundiza en unos tiempos que adquieren una dimensión nueva, escatológica. Más claramente, en una lucha descarada del mal contra el bien, como nunca antes.
Quizá hace pocos años parecería palabra oscura, pero la evidencia actual personifica ese odio a Dios a todas las escalas: educativa, legal, social, cultural y moral. Es la realidad presente, y sus consecuencias no pueden ser banales.
¿Qué hay detrás? En este sentido las apariciones arrojan una nueva luz: el mensaje de conversión ya no aparece descarnado, desubicado, sino inmerso en una realidad histórica y bíblica sorprendente: son tiempos de un nuevo “seréis como dioses”. Y esa dimensión a la que nos hemos acostumbrado es de tal consecuencia, de tal gravedad, que si el Cielo no arroja luz profética, ni se entenderían los tiempos, ni sus consecuencias.
Y esta es la novedad: la sensación de que ese algo viniente esté cada vez más próximo.
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