Julio 22, 2009 Iglesia de San Bruno, San Bruno, CA
Queridos hijitos,
Gracias les doy por haber aceptado a mi invitación de esta noche. Vengo a darles mi bendición maternal.
Decís que me amáis, pero aun no me conocéis. Decís que me amáis, pero no oráis. Decís que me amáis, pero me rechazáis. Decís que me amáis, pero no me escucháis. Decís que me amáis, pero no confiáis en mí. Decís que me amáis, pero no muchos ponen en serio mi pedido a la conversión y a la santidad.
Mis incrédulos y necios hijos, ¿hasta cuando atenderán al llamado de su Madre? Pedís pero no sabéis como, porque no me escucháis. Mis pequeñitos, que felices fueran si solo aprendieran a escucharme. No sufrieran si solo aprendieran a obedecer a mi llamado a la oración.
Muchos buscan la paz en el mundo. ¿Como pueden creer que el mundo puede darles la paz, si el mundo vive en tinieblas? Buscan esa paz en el lugar incorrecto ya que el mundo le pertenece al príncipe de las mentiras. Si buscan la paz en el mundo, pertenecen el mundo. Los que buscan la paz en Dios, pertenecen a Dios y el mundo no les pertenece aunque vivan en el mundo; no son del mundo porque rechazan las cosas del mundo y buscan las cosas de Dios. Las cosas del mundo y sus distracciones son pasajeras pero las cosas de Dios son eternas. Busquen la eternidad y la felicidad en Jesús. Jesús es la paz, la verdadera paz. En El están salvos. En El están seguros. Con El serán felices para siempre.
Oren, oren, oren y atiendan a mi llamado de esta noche.
Gracias por haber aceptado a mi mensaje de esta noche. Que la bendición de Dios Todopoderoso este con todos ustedes y en un modo especial con mis amados sacerdotes y diacono que me ayudaron esta noche.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Queridos hijitos,
Gracias les doy por haber aceptado a mi invitación de esta noche. Vengo a darles mi bendición maternal.
Decís que me amáis, pero aun no me conocéis. Decís que me amáis, pero no oráis. Decís que me amáis, pero me rechazáis. Decís que me amáis, pero no me escucháis. Decís que me amáis, pero no confiáis en mí. Decís que me amáis, pero no muchos ponen en serio mi pedido a la conversión y a la santidad.
Mis incrédulos y necios hijos, ¿hasta cuando atenderán al llamado de su Madre? Pedís pero no sabéis como, porque no me escucháis. Mis pequeñitos, que felices fueran si solo aprendieran a escucharme. No sufrieran si solo aprendieran a obedecer a mi llamado a la oración.
Muchos buscan la paz en el mundo. ¿Como pueden creer que el mundo puede darles la paz, si el mundo vive en tinieblas? Buscan esa paz en el lugar incorrecto ya que el mundo le pertenece al príncipe de las mentiras. Si buscan la paz en el mundo, pertenecen el mundo. Los que buscan la paz en Dios, pertenecen a Dios y el mundo no les pertenece aunque vivan en el mundo; no son del mundo porque rechazan las cosas del mundo y buscan las cosas de Dios. Las cosas del mundo y sus distracciones son pasajeras pero las cosas de Dios son eternas. Busquen la eternidad y la felicidad en Jesús. Jesús es la paz, la verdadera paz. En El están salvos. En El están seguros. Con El serán felices para siempre.
Oren, oren, oren y atiendan a mi llamado de esta noche.
Gracias por haber aceptado a mi mensaje de esta noche. Que la bendición de Dios Todopoderoso este con todos ustedes y en un modo especial con mis amados sacerdotes y diacono que me ayudaron esta noche.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
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