Mensaje de Nuestra Seño ra a Gustavo
Mensaje 
de Nuestra Señora a Gustavo
“Deben 
mantenerse en silencio, meditación, oración y contemplación para estos momentos 
oscuros que se abaten sobren el mundo, especialmente, en Mi amada Iglesia… oren 
sin descanso y no caigan en pláticas que los 
desorientan”
Buenos 
Aires, 06 de marzo de 2013. (23:50 horas)
Argentina
“Amados 
niños, mis hijitos. Con mucha tristeza, veo como mis pequeños 
entran en discusiones y peleas para ver quien tiene la verdad, cuales 
de los mensajes o profecías que han recibidos de los Profetas del 
Señor, son verdaderos. Desean buscar más allá de lo que está escrito, más allá 
de lo que se les permite ver. La curiosidad humana fue la que arrastró a los 
primeros padres a caer en tentación de la desobediencia, cuidado 
mis niños porque pueden ser presa de las tinieblas que buscan confundir la mente 
de los hombres, especialmente la de mis hijitos. Deben mantenerse en 
silencio, meditación, oración y contemplación para estos momentos oscuros que se 
abaten sobren el mundo, especialmente, en Mi amada Iglesia. Como Madre 
Celestial solo pido a los míos, que tomen sus rosarios en sus manos y lo oren 
con total confianza, más allá de lo que suceda en el futuro, porque lo que está 
escrito se cumplirá, hasta el último punto. Soy la Madre de la Iglesia, bajo mi 
amparo fue puesta cada alma y velo por ellas. Mi Corazón sangra ante las 
divisiones de los hijos predilectos, pero más grande se hace la 
herida, por medio de la cual, las gotas de sangre se hacen más continuas 
llegando al suelo, al ver como mis pequeños se introducen en el humo de 
confusión, entablando charlas y conversaciones que no conducen a nada. 
Un 
soldado cuando está de guardia, se mantiene vigilante, firme, seguro de 
que su trabajo está bien y que por medio de él, nadie podrá pasar, así deseo que 
sean mis hijos en este tiempo previo a la Semana Santa, orantes y penitentes en 
silencio y amor de Dios, para abrazar con total confidencia lo que Dios Eterno, 
en su Infinita Voluntad tiene preparado para cada uno de ustedes. ¡Abran los 
ojos pequeños míos!. ¿No se dan cuenta de este momento, que durante la vacancia 
del Trono de Pedro, las fuerzas oscuras se encuentran en su apogeo?. Se sienten 
victorias al notar que las ovejas se dispersan al no divisar a su pastor. El 
enemigo aprovecha todo momento disponible que posee, sabe que le queda poco 
tiempo, pero espera cambiar el curso final, para él será en vano. Su derrota se 
aproxima como el canto del gallo, de manera inesperada. Mi enemigo no escatima 
un instante en atacar a los míos introduciendo interrogantes, confusiones y 
falsedades para desunir el rebaño. Es por eso, que llamo a mi Rebaño Remanente y 
Fiel a no caer en las redes de conversaciones ociosas que lentamente lo conduce 
al enojo, la ira y el orgullo. No se detengan a buscar más allá de los escritos 
como eruditos especializados en teología, porque no encontrarán nada, solo 
confusión. Más, si lo hacen desde el punto de vista netamente 
humano. Solo los que tienen un corazón penitente y contrito, sumergido en la 
oración, descubrirán la verdad que encierran los mensajes. A saber amados míos, 
un mensaje puede mostrar otro mensaje, es decir dos mensajes en 
uno, uno para los ojos de la carne y otro para los ojos del alma, pero cuando se 
lee y se mira con los ojos del alma desde el principio, solo se leerá un mensaje 
lo que Dios desea decirles. Todo aquel que lo recibe solamente con la mirada del 
hombre, encontrará desconcierto. Este misterio divino es para que las gracias 
contenidas en los escritos, únicamente sean recibidas por los hijos de Dios y 
por aquellos que desean convertirse, descubrirán el Plan Divino que se encierran 
en ellos. Un mensaje a simple vista, pero si miran con detenimiento descubrirán 
que hay algo más, reservado para las ovejas del Señor. 
Por 
lo tanto, amados míos, solo oren el Santo Rosario que disipa las tinieblas y 
pone en fuga a toda potencia demoníaca. Todo hijo mío que toma el 
Rosario, nada teme y nada lo turba, se preocupa como vuestra Madre, padece junto 
a su Madre, pero en medio del dolor es orante, con la mente clara para poder 
pensar y encontrar una salida victoriosa, un corazón tranquilo y manso para no 
malgastar las energías del cuerpo y del alma. Pregúntese amados niños, 
se los vuelvo a decir una vez más, acaso el demonio va a dictar un 
mensaje donde pida la recitación del Santo Rosario. No mis pequeños, el demonio 
odia el Santo Rosario, valioso instrumento que solo es amor porque procede del 
Amor Santo. El enemigo, sería muy tonto en darle a su presa el arma que lo 
vencería. Piensen amados. Oren, oren, oren. 
Vivan 
los sacramentos en este tiempo de meditación, oren por sus 
familias, oren por la salvación de todas las almas del mundo entero, oren por la 
Iglesia para que sea elegido un Papa Santo. Así sea elegido un impostor, 
las gracias que encierran las oraciones que iban destinadas en buena fe 
para la elección papal, volverán a los que oraron con constancia, obediencia y 
perseverancia, sin preguntar, solo hicieron lo que el Cielo les pidió. Un hijo 
de Dios nada teme, vive feliz en medio de la tormenta, y si tiene que saltar al 
vacio, dará su salto de fe en el Dios Todopoderoso. No desperdicien el tiempo, 
porque es corto, úsenlo bien, cuando menos lo piensen, el Aviso tomará al mundo 
por sorpresa, no especulen con las fechas, solo será manifestado cuando el Padre 
lo disponga, tengan preparadas sus almas, sus valijas preparadas siempre, para 
presentarse frente a la Santa Trinidad y ser encontrados agradables a los ojos 
del Divino Hacer. Antes de finalizar este mensaje, les reitero las herramientas 
que distinguen a mis verdaderos mensajeros de los falsos mensajeros: Oran el 
Santo Rosario, leen la Sagrada Escritura, Ayunan, Confiesan sus pecados y 
asisten a Misa para recibir al Señor. Al mismo tiempo, mis hijos invitan a 
sus hermanos imitar igual escena. Ahora amados niños, oren sin descanso y no 
caigan en pláticas que los desorientan. Gracias por haberme recibido en sus 
corazones, vuestra Madre, la siempre Virgen y sin Mancha, 
María.”
 
 
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