Mensaje de Nuestra Señora – María, Llena de Gracia
El Advenimiento del Nuevo Mundo – Palabras de Nuestra Señora
EL TIEMPO DE LA REALIZACIÓN DE LAS PROFECÍAS DADAS AL MUNDO
17 de Marzo de 2013
Queridos hijos, hoy,
el día del Señor, con mucho amor y cariño vengo a bendeciros en el Nombre del
Padre, del Hijo y del Divino Espíritu Santo.
Unidos a la Santísima
Trinidad, vamos juntos a buscar la verdadera Paz para el mundo.
Mis hijos, éste es un
momento muy importante para todos vosotros, que estáis reviviendo la Vida,
Pasión y Muerte de Jesucristo en la Tierra, cuando vino a salvar al mundo. En
esta Santa Cuaresma debéis reflexionar más sobre lo que Él hizo por vosotros y
cómo Él os continúa dando Su gran Amor.
Él os muestra día a
día, dónde están las trampas que el demonio arma a vuestros pies, las cuales no
debéis descuidar para no caer en ellas. Ved, cuanta más fe tuviereis, más
percibiréis los peligros, así sentiréis más la Presencia de Él y Le oiréis
diciéndoos:
“Cuidado, Mis hijos,
estad atentos a percibir dónde están las trampas. Ellas fueron armadas para
destruiros y quien las coloca es Mi enemigo. Estad atentos, muchos caen porque
no Me escuchan y terminan convirtiéndose en instrumentos de él, estos son los
que Me siguen desobedeciendo y se vuelven esclavos del error. Ellos provocan
discordias, provocan la muerte de muchos y no se arrepienten de lo que hacen.
Ellos quieren mostrar
al mundo que son los mejores y juzgan como si fuesen poderosos para juzgar.
Quien cae en estas trampas, cae porque no está atento a los Avisos de Dios,
son engañados, y terminan no consiguiendo salir de ellas.”
Mis hijos, vosotros
necesitáis aumentar día a día vuestra fe para vencer todos los peligros de caer
en las trampas. El peligro está ahí, todos necesitan acercarse más a Dios.
Vosotros necesitáis buscar la Luz para vuestra protección. La Palabra de Dios
es Luz, escuchadla y permaneced con vuestros corazones abiertos a lo que Él os
habla, vosotros estáis día a día en gran peligro.
Cuántas personas hoy
se juzgan más sabias que Dios, ellas no tienen ninguna sabiduría y por eso
corren gran peligro. No son humildes, sus corazones están llenos de pecados y
quieren mostrar al mundo que no necesitan de la ayuda de nadie.
Ellas hacen malos
juicios de los hermanos, hacen trampas hasta para Dios, intentando demostrar a
Él que saben más que Él, que los hermanos.
Vosotros oísteis hoy
la gran enseñanza de Jesucristo acerca de la acción del demonio que no dejaba
de perseguirlo en ningún momento.
El demonio entraba en
las personas, como lo hizo allí, en aquel día, cuando Jesucristo volvió del
Monte de los Olivos, donde fue a rezar.
La Santa Palabra de
Dios os revela hoy sobre las trampas que el demonio preparaba hasta para Él,
que es Dios. Los maestros de la Ley y los fariseos, sirviendo al demonio,
estaban allí para tratar de destruir el Poder de Jesucristo delante de los que
creían en Él.
Muchas personas en el
mundo piensan que Jesucristo sólo tuvo alegrías en la Tierra porque Él es Dios,
mas no fue así, Él sufrió más que cualquier persona porque fue perseguido desde
Mi Vientre, Yo también soy perseguida hasta hoy, porque estamos en contra de la
maldad.
Tenemos que protegeros, defenderos hasta que se complete el tiempo de la
batalla contra el pecado.
Esta lucha no es
contra vosotros, Mis hijos, os estamos defendiendo contra satanás y su reino de
pecado. El Reino de Dios es de Amor, de Paz y de Justicia verdadera.
Vosotros escuchasteis
cómo el demonio usó, en aquel día, una mujer que fue sorprendida en adulterio,
ellos la llevaron delante Jesucristo, la humillaron sin dolor ni piedad.
Nadie puede hacer de
juez delante de Dios, no se puede matar ni hacer justicia por sus propias
manos, esto es un pecado muy grave.
Aquellos que acusaban
a la mujer, tenían envidia de la Sabiduría de Jesucristo, querían tentarlo
siempre donde Lo encontraban; ellos tenían miedo de Él, porque en el fondo de
sus corazones sentían que si Él fuese el mismo Mesías prometido, Él podría
desenmascararlos en cualquier momento y revelar delante de todos los que
estaban allí, los pecados que ellos traían en sus corazones, en sus
conciencias, así serían conocidos como siendo personas infieles a Dios.
Por eso deseaban
verlo lejos de ahí; para ellos, Jesucristo representaba un peligro muy fuerte.
Ellos andaban siempre por donde Jesucristo estaba, haciendo trampas para
atraparlo por sorpresa.
Así ellos terminaron
cayendo en ellas, para que entendieran que delante de Dios ningún hombre tiene
más sabiduría que Él. Jesucristo los derrumbó en aquel día cuando puso sobre
ellos Su Justicia diciéndoles: “Quien de vosotros estuviere sin pecado, sea
el primero en tirarle una piedra.”
Ellos se quedaron
avergonzados, porque acusaban a la mujer de tener el pecado de adulterio, y sus
conciencias, en aquella hora, los acusaba de que no podían juzgar a nadie
porque ellos también eran tan pecadores como ella.
Mis hijos, lo que
Jesucristo quiso revelar en aquel momento no fue una aprobación al pecado de la
mujer, pero sí que todos estaban en pecado, tanto como ella. Él no humilla al
pecador, Él quiere que el pecador comprenda que no debe pecar. Cada pecador
necesita tomar conciencia de sus pecados y repararlos, pedir perdón a Dios y no
pecar más. Todos pueden ser felices siempre, si no estuvieran en pecado.
Dios perdona todo, Mis hijos, desde que el hombre se arrepiente verdaderamente
y Le pide perdón. Esto es, convertirse día a día.
Yo espero que todos
hagan esto y alcancen la Salvación.
El pecado hiere el
alma, hace de ella una prisionera, una esclava, porque el hombre cuando gusta
de pecar, peca cada vez más, se olvida de la Justicia Divina. Mas,
él trae estampado en su rostro y hasta en el cuerpo, que es prisionero de su
propia conciencia, su rostro pierde la Luz que da brillo, queda todo diferente.
El pecado se estampa en todo su cuerpo. Esta persona pasa a ser desagradable.
Es en esta hora, que Dios coloca a esta persona delante de un espejo que es
ella misma, para que ella sienta las consecuencias de sus errores y procure
enderezarse.
Por eso, nadie debe
acusar a nadie, porque la propia persona queda avergonzada por sus propios
errores. Ella sufre porque cae en la trampa del demonio. Como vosotros
escuchasteis, la mujer acusada de adulterio esperó la respuesta de Jesucristo
con humildad y no se fue hasta que Él la dispensó. Él no la juzgó, apenas la
aconsejó que no pecase más, después que la bendijo ella se sintió más ligera y
más fuerte, estaba feliz y se fue. Ella llevó dentro de su corazón el amor que
Él le dio, el cual ella no conocía porque sólo vivía en el pecado. Así, Mis
hijos, Dios os mostró hoy que nadie es mejor que el otro y que solamente Él
tiene Poder sobre Su Creación.
Es tiempo de que cada
hijo se arrepienta y pida perdón a Él por todos los pecados cometidos y no
peque más.
Solamente Dios os
puede dar la Paz.
Yo os invito a
comenzar a pensar en vuestros errores, pedir perdón a Dios y reparar lo que
hicisteis.
Haced esto mientras
estéis vivos, no lo dejéis para la hora de la muerte.
El tiempo se acabó para acomodarse en los pecados, quien no se convierta va
a perder el derecho a la Herencia que Dios os quiere dar. Quien no se a
convierta va para el infierno.
Todo ser humano tiene
derecho a la Felicidad Eterna, mas quien no valora este derecho, va a perderlo
y no habrá más retorno.
El peligro se
aproxima, convertíos, convertíos, así podréis festejar en el Cielo, muy pronto,
vuestra Pascua definitiva. Ahora, después de la Semana Santa que reviviréis
primeramente, iréis a conmemorar la Pascua del Señor. El día de vuestra
liberación todavía vendrá.
Es necesario ahora
que todos hagan sus renuncias y se vuelvan a Dios.
Humillaos, sed
obedientes, Él sí es el Juez que libera a aquél que reconoce que pecó y Le
pide perdón. Así, un pecador se entrega en las Manos de Dios confiando en
Su perdón.
Mis hijos, vuestro
tiempo es corto, dedicadlo al aprendizaje de la humildad corrigiéndoos de todo
el error y dejad que Dios haga de vuestras vidas una Luz que no se apaga, Luz
Santa.
Es esto lo que vengo
a revelaros hoy para que vuestra conversión ocurra bien de prisa.
Vamos a agradecer a
Dios cada vez más por haber dado al mundo, una vez más, un Papa capaz de dar la
vida por la Salvación del mundo. Él os conducirá en esta misión tan
bella que es la de quien siembra la Paz y sabe, sin desanimarse, sabe que Dios
es el Vencedor.
Rezad por los dos
Papas, el Santo Padre el Papa Benedicto XVI, en oración por todos vosotros y el
Santo Padre el Papa Francisco, comenzando la jornada final, la más dolorosa.
Rezad por los ateos y
paganos, todos ellos necesitan de ayuda, de oraciones para volverse a Dios.
Rezad por la Santa
Iglesia fundada por Jesucristo, haced en este tiempo más oraciones,
penitencias, sacrificios y ayunos para fortaleceros en este tiempo, cuando
todavía no estáis consiguiendo percibir las trampas que están tan visibles
delante de vosotros y vosotros estáis en peligro de perder vuestra fe, porque
la duda os está dominando cada vez más. No sigáis dudando de la Existencia de
Dios, si así lo hiciereis, estaréis más débiles y no saldréis bien en la hora
de vuestro juicio.
Éste es el último
tiempo que el mundo tiene para convertirse.
Convertíos,
convertíos, ayudad al Santo Padre el Papa a buscar las ovejas, antes de que
sucedan cosas más graves en el mundo.
Yo os amo mucho y os
cubro con Mi Manto de Amor.
Brasileños, estad
atentos, lluvias pesadas causarán muchas tragedias, serán fuertes, muy fuertes.
Preparaos, no
desafiéis más a Dios con vuestros pecados, tampoco debéis desafiar a la
naturaleza; cada vez que vosotros estáis pecando, vosotros estáis desafiando,
meditad sobre esto.
Debéis pedir a Dios
que os proteja, que os dé Luz, para desviaros del peligro.
Todas las naciones,
buscad la ayuda de Dios, no hay más tiempo para seguir de brazos cruzados, ésta
es la hora de prepararos para vencer las manifestaciones de la naturaleza, que
serán violentas, muy fuertes.
Ahora os bendigo en
el Nombre del Padre, del Hijo y del Divino Espíritu Santo, la Madre de
Jesucristo, el Salvador del mundo,
María, la Inmaculada Concepción.
Debéis reflexionar
sobre el Santo Evangelio de hoy: Juan, 8: 1-11.
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