Mensaje de Nuestra Señora – María, Llena de Gracia
El Advenimiento del Nuevo Mundo – Palabras
de Nuestra Señora
EL
TIEMPO DE LA REALIZACIÓN DE LAS PROFECÍAS DADAS AL MUNDO
25 de Marzo de 2013 – La Anunciación y Lunes Santo
Queridos hijos, con mucho amor
y cariño vengo a bendeciros en el Nombre del Padre, del Hijo y del Divino
Espíritu Santo.
Unidos a la
Santísima Trinidad, vamos juntos a buscar la verdadera Paz para el mundo.
Mis hijos, Mis
pequeñitos hijos, hoy os agradezco por la conmemoración de la Fiesta de la
Anunciación, cuando el Arcángel Gabriel vino trayendo del Cielo para Mí, la
Gracia de decirme que sería la Madre de Jesucristo.
La Gracia de Dios
es grande, Soy la Sierva del Señor, y Él hizo de Mí Su Madre. Por eso agradezco
dos veces; una, por ser la Madre del Hijo Unigénito de Dios y también, como Él
hizo de Mí vuestra Madre, Yo respondí Mi ‘Sí’, Soy vuestra Madre Celestial,
vuestra Madre Auxiliadora, traigo del Cielo las Gracias que Él os da. Mi
‘Sí’ a Dios fue también por vosotros, toda la humanidad. Gracias, Mis
hijos, por acogerme como vuestra Madre, Yo os amo mucho y tengo gran alegría de
teneros como Mis hijos.
Mis hijos, Mis
tesoros, hoy os invito a dar vuestro sí a Dios, antes de que sea tarde.
Escuchad lo que Él os habla y convertíos con más coraje.
La Santa Palabra de
Dios os revela hoy acerca de lo que aconteció en el segundo día de la Semana
Santa, cuando los sufrimientos de Jesucristo eran cada vez más fuertes. Reviviendo los momentos de la Pasión de Mi
Divino Hijo, vosotros debéis sacar ejemplos en todos aquellos discípulos que Le
acompañaban, los que permanecieron fieles a Él dándole cariño, atención,
consolándolo, sabiendo incluso que Él estaba por encima de ellos, ellos Lo
consolaban.
Jesucristo fue
perseguido por todos los que tenían miedo de que Él los desenmascarara porque
estaban siempre en pecado. Decían que no creían que Él era el Mesías Prometido,
mas en el fondo del corazón sentían que Él era el Prometido.
Había en aquella
región, personas que Lo perseguían, pero también estaban aquellos que Lo amaban
y Lo escuchaban, y así llegará la hora de ser revelada toda la falsedad de los
que eran Sus perseguidores.
Jesucristo, el Hijo
Unigénito de Dios, Verdadero Dios, Verdadero Hombre, se despojó de sí mismo
siendo Dios y ahora estaba allí, haciendo sus últimas visitas a Sus amigos. Él
fue a casa de Lázaro, aquél que Jesucristo resucitó de entre los muertos, para
comer juntos en la cena. Lázaro tenía dos hermanas, Marta y
María.
María ungió los
pies de Jesucristo con perfume y los enjugó con sus cabellos, como vosotros
habéis oído en el Santo Evangelio.
Estaba allí también presente
uno de los que andaban detrás de Él para observar Sus actos y llevar noticias a
los doctores de la Ley, que también eran Sus perseguidores. Éste era el traidor
Judas Iscariote, el que esperaba una oportunidad para entregarlo, él no perdía
a Jesucristo de vista y en aquella tarde fue a la casa de Lázaro para
observarlo. Judas siempre queriendo ganar muchas monedas a cambio de
Jesucristo. Y estando él observando a María lavando los Pies de Jesucristo y
ungiéndolo con perfume de nardo puro, que era muy caro, la aconsejó vender el
perfume que era tan caro, por trescientas monedas, y darlas a los pobres en
lugar de estar desperdiciándolo, bañando los Pies de Jesucristo. Mas, Judas no
era caritativo, él sólo dijo esto para encubrir los errores, él era ladrón.
Pero Jesucristo lo observaba y
lo corrigió. Jesucristo sabía todo sobre él, porque siendo Dios conocía a todos
los que estaban cerca de Él y sabía usar las palabras que los desenmascaraban
delante de todos. Él podía derrumbarlos antes de Su Muerte, mas seguía siempre
con Su humildad y no los desenmascaraba antes de la hora. El Cordero de Dios
vino para salvar a la humanidad, no vino a hacer la guerra. Por eso soportaba todo
en silencio, sólo hablaba lo que el Padre le ordenaba hablar.
Jesucristo apenas le dijo: —Dejadla, ella hace esto teniendo en vista el día de Mi
Sepultura. A los pobres siempre los tendréis con vosotros, mientras que a Mí,
no siempre Me tendréis. (Jn. 12, 7-8).
Y así vieron todos los que
deseaban ver milagros, porque querían ver a Lázaro que resucitara de entre los
muertos.
Los milagros hacían que muchos
se acercasen a Mi Hijo y así iban dejando a los judíos, y por eso los sumos
sacerdotes decidieron matar también a Lázaro.
Las personas iban aumentando
por donde Jesucristo pasaba porque Él hacía muchos milagros, pero en realidad
Jesucristo atraía hacia sí a todos los que abrían el corazón a Su Palabra.
Mis hijos, ved qué
difícil es el Camino del Cielo. Los que quieren seguirlo sufren mucho, mas
cuando se deciden por Él no pierden la fe y lo consiguen.
Mirando al mundo incrédulo como
está hoy, podéis comparar cómo es la vida de un cristiano. El mundo no quiere
corregirse. Los que se deciden por la práctica del mal están cada vez más
atraídos con el mal que hacen, quieren destruir lo que Dios construyó porque
quieren ser los primeros, los únicos que habitan el planeta. La disputa ahora
se agrava, no conseguirán acabar con Jesucristo, mas ahora quieren acabar con
todo lo que se dice que fue hecho por Dios, en el cual ya no creen, mas en el
fondo del alma saben que ya existía la vida antes de ellos nacer.
El mundo ahora está
a las puertas de una gran y terrible guerra, destrucción sobre destrucción, el
hombre llega a pensar que el que consigue poseer el planeta, es considerado
Dios. Piensa que pueden matar a los otros y seguir vivo,
porque se siente superior a todo. Piensa que destruyendo todo quedará solo,
enriquecerá. Piensa que por poseer bombas fuertes puede ser obedecido y será
soberano.
Mis hijos, en aquel tiempo los
posesivos eran mucho menos que ahora, ellos causaron un gran mal al mundo.
Ahora será peor.
El mundo hoy está
en su preparación para la hora de la muerte.
Vosotros, Mis hijos, debéis en
este momento seguir solamente el ejemplo de Jesucristo. Vosotros iréis a subir
a vuestro calvario dentro de poco tiempo, desprendeos de todo, volveos
humildes, vaciaos, estad listos, preparaos rezando, ayunando, para tener
fuerzas en la hora de vuestra muerte.
Jesucristo, siendo Hombre, no
dejó de ser Dios en ningún momento, mas como Hombre sintió tristeza, sintió
humillación por las amenazas, desprecio, todas las crueldades que cometieron
contra. Él no usó Su Poder.
Sed fuertes, Mis hijos,
preparaos como Jesucristo se preparó, rezando, ayunando, para no sufrir más
todavía en la hora de la muerte. Vosotros no estáis conscientes de lo que viene
en vuestra dirección.
Aquí os estoy
alertando, rezad porque lo que viene no es sólo la guerra, sino muchas otras
cosas que os abatirán, buscad fuerzas en Dios, viene ahí, después de la Santa
Pascua, el tiempo de la batalla más fuerte para toda la humanidad.
Es esto lo que vengo revelaros
en este momento para vuestra conversión.
Rezad, rezad, rezad
por los Santos Padres los Papas, Benedicto XVI y Francisco, ellos tendrán mucho
que sufrir para mejorar lo que está mal en el mundo. Rezad por todos el Clero, por los religiosos y
religiosas, por toda la humanidad.
Rezad por los ateos y paganos,
Dios os recompensará por la ayuda que dais a vuestros hermanos. Muchos ya están
volviendo a Dios.
Rezad por la Santa
Iglesia fundada por Jesucristo, estad atentos en estos días que se aproximan.
Dios está enviando tantos Avisos y Señales para vuestro bien. Ayudad a los
Santos Padres los Papas, rezando por ellos y por los que todavía no se
convierten. Vamos juntos a buscar las ovejas descarriadas, ellas son todos los
que están distantes de Dios, haced todo lo que podáis para ayudar al regreso de
ellas a la Casa del Padre.
Yo os amo mucho y
os cubro con Mi Manto de Amor.
Brasil, Brasil, escucha a la Señora Aparecida,
conviértete antes de que sea tarde. Tu hora ya está llegando. Falta de Avisos
no fue.
Extended vuestra
manos unos a los otros, quien así lo hiciere no quedará desamparado.
Todas las naciones,
estad listas para vencer. Vosotros también sufriréis más de lo que podéis
imaginar. Dios está con vosotros todos los días de vuestras vidas.
Ahora os bendigo en
el Nombre del Padre, del Hijo y del Divino Espíritu Santo, la Madre de Jesucristo,
el Salvador del mundo,
María, la Inmaculada Concepción.
Debéis reflexionar sobre el Santo Evangelio de hoy:
Jn. 12, 1-11.
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