Escrito por Luis Eduardo López Padilla Martes, 17 de Mayo de 2011 01:17 Por más que sigue habiendo la postura de que el Tercer Secreto de Fátima fue revelado ya en su totalidad en el año 2000, y que el contenido hace referencia al “obispo vestido de blanco que sale de una ciudad medio en ruinas, con paso vacilante sobre los cadáveres de sus sacerdotes”, y que dicha visión se cumplió con el atentado que sufriera Juan Pablo II el miércoles 13 de mayo de 1981 en la Plaza de san Pedro, los hechos dicen totalmente lo contrario, y lo peor está aún por venir
Ciertamente, las pruebas que se han evidenciado hasta ahora, y que son claras desde 1960, es que el Tercer Secreto tiene las siguientes características:
1.- su contenido es tan terrible que Sor Lucía solo llegó a ponerlo por escrito con la intervención directa de la Virgen María en 1944;
2.- consta de dos partes, una de las cuales contiene las palabras de la Santísima Virgen, que son la “lógica continuación” de su frase “En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe, etc”;
3.- está escrito en una única hoja que contiene unas de 25 líneas de texto;
4.- está escrito bajo la forma de una carta dirigida al Obispo de Leiría-Fátima en un sobre lacrado;
5.- es un texto que estaba custodiado en el aposento pontificio;
6.- es un texto que contiene expresiones difíciles, tales que al Papa Juan XXIII no le fue posible leerlo sin una traducción escrita preparada en 1959, a diferencia, en cambio, del texto que leyó en 1960, que comprendió sin necesidad de ninguna traducción;
7.-asimismo, Juan Pablo II tendría dos lecturas; la primera en 1978, según el dicho de su portavoz Joaquín Navarro Vals, y la segunda, en 1981, en el Policlínico Gemelli, después de su atentado, donde sí requirió de un traductor portugués (Mons. Paulo José Tavaréz) para aclarar ciertas expresiones típicas de la lengua portuguesa;
8.- es un texto cuya profecía se volvería más clara en 1960, año en el cual estaba ya anunciado el Concilio Vaticano II (que tendría consecuencias y aplicaciones desastrosas).
El documento publicado por el Vaticano en el 2000 no corresponde a ninguno de estos elementos.
Pero hay otros aspectos del Secreto, también revelados antes del 26 de junio 2000, que no corresponden a la visión del “obispo vestido de blanco”, expresando una abundante cantidad de pruebas indicando que el texto del Tercer Secreto consistía en:
a.- una “admonición divina” acerca de alteraciones “suicidas” en la liturgia, en la teología y en el alma de la Iglesia (Cardenal Pacelli, futuro Papa Pío XII, en 1931);
b.- una predicción según la cual, después de 1960 “el demonio atacaría a las almas consagradas para arrancárselas a Dios”, haciendo que “los religiosos y los sacerdotes fracasen en su sublime vocación y arrastrarán consigo al infierno a numerosas almas” y que “naciones desaparecerán sobre de la faz de la tierra” (Sor Lucía al Padre Agustín Fuentes, Postulador de la causa de beatificación de Jacinta y Francisco en 1957);
c.- contenido – del secreto - “tan delicado” de no poder permitir "que cayesen por cualquier motivo en manos extrañas” (Cardenal Ottaviani, Prefecto del santo Oficio, hoy Doctrina para la Fe, en 1967);
d.- un texto “diplomáticamente” acallado por “la gravedad de su contenido” y que predice, después de 1980, “grandes pruebas” y “tribulaciones” para la Iglesia que “ya no es posible alejar”, y la destrucción de “partes enteras de la tierra” así que “de un momento a otro millones de hombres perecerán” (Juan Pablo II, en Fulda, 1980);
e.- una “profecía religiosa”, concerniente a los “peligros amenazando a la fe y a la vida del cristiano y por tanto la del mundo” (Cardenal Ratzinger en 1984);
f.- asuntos que habrían podido desencadenar “una utilización sensacionalista de su contenido” (Cardenal Ratzinger en 1985);
g.- una predicción de la apostasía en la Iglesia, que “comenzará de su vértice” (Cardenal Ciappi) en 1995);
h.- “detalles” que causarían “desequilibrio” en la Iglesia (Cardenal Ratzinger en 1996);
i.- una advertencia de un castigo material para el mundo, el cual acompañaría la gran apostasía en la Iglesia, como aquella predicha por la Virgen de Akita en 1973, cuyo mensaje es “esencialmente el mismo” que el de la Virgen de Fátima (el Cardenal Ratzinger a Howard Dee, en 1998);
j.- una amonestación a fin de que se evite que “la cola del dragón” (el diablo), de que se habla en el libro del Apocalipsis (12,3-4) que arrastra hacia abajo la tercera parte “de las estrellas” (los sacerdotes y las otras almas consagradas) (Papa Juan Pablo II en la homilía del 13 de mayo del 2000).
La visión del “obispo vestido de blanco” como veremos, no incluye en sí ninguno de estos elementos.
¿Entonces? El secreto tiene dos aspectos: el espiritual y el material.
En el orden espiritual estaría la apostasía y división en las altas cimas de la Iglesia. En la carta dirigida al Profesor Baumgartner, el Cardenal Mario Luigi Ciappi reveló: “que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldría de la cúspide de la Iglesia.” Esto corresponde a lo que se lee en el Libro de las Lamentaciones: “Nunca creyeron los reyes de la tierra, ni cuantos moran en el mundo que el adversario y el enemigo entrarían por las puertas de Jerusalén” (Lam 4:12). Lo que se predice aquí es que los secuaces del Demonio lograrán entrar hasta adentro de la misma Iglesia.
La frase con la que inicia el texto del Secreto “En Portugal, siempre se conservará el dogma de la fe, etc”. es indicativo de que en el resto de las naciones no se conservará la fe, y desde luego se debe incluir Roma. De ahí el terrible y contundente anuncio de Nuestra Señora en La Salette: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo”; muy en sintonía con textos de la Escritura como el que anuncia Pablo a los de Tesalónica: “Que nadie en modo alguno os engañe, porque antes ha de venir la Apostasía y ha de manifestarse el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza contra todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta sentarse en el templo santo de Dios y proclamarse dios a sí mismo.” (II, 2)
Así, pues, el Tercer Secreto de Fátima revela el misterio de iniquidad (2 Tes 2,7), la falsa iglesia católica —la contra iglesia, la anti-iglesia— que es el misterio del Dragón, cuya cola derribó la tercera parte de las estrellas del Cielo, esto es, la tercera parte de la Jerarquía católica bajo el liderato de un antipapa herético. Pero si hay un “Papa impostor, controlado por Satanás” como decía Malachi Martin, luego entonces debe haber al mismo tiempo un Papa legítimo, pues Cristo prometió su asistencia: Portae inferi non praevalebunt, lo que nos resultaría entonces en dos Papas en Roma; pero en condiciones muy distintas a otros cismas del pasado, pues mientras anteriormente cada antipapa pretendía representar legítimamente a la Iglesia, en este caso no; el espurio o impostor estará al servicio mismo de Satanás.
Veamos pues las condiciones de este cisma que ya toca a las puertas. La primera cita es de Ana Catalina Emmerick (1774-1824), beatificada el 3 de Octubre del 2004, religiosa agustina, mística extraordinaria, rodeada de innumerables dones. El 13 de mayo de 1820 –exactamente 97 años antes de la primera aparición de Fátima– tuvo la siguiente visión: “Vi una fuerte oposición entre dos Papas… y vi cuán funestas serían las consecuencias de esta falsa iglesia… esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo”.
A la mística religiosa británica Sofía María Gabriel –pseudónimo de la vidente–, la Santísima Virgen le reveló en el año 1981 la esencia de lo que Ella a su vez había profetizado a los niños en Fátima, expresado en tres palabras: “dos Papas rivales”. Y agregó “que habría una gran crisis en la Iglesia Católica, centrada en el papado vaticano, en que la Iglesia quedaría dividida en dos bandos”.
El Padre salesiasno Giuseppe Tomaselli quien ha escrito numerosos artículos sobre temas religiosos y místicos, relató que a principios de 1990, se le preguntó al estigmatizado Antonio Ruffini (1907-1999) si sería Juan Pablo II el Papa que consagraría Rusia al Corazón Inmaculado de María, a lo que respondió que “No, no es Juan Pablo II. No será su sucesor inmediato tampoco, sino el siguiente. Él es quién consagrará finalmente a Rusia.” Es decir, será el sucesor de Benedicto XVI, durante un tiempo de guerra mundial y persecución a la iglesia, que finalmente se convertirán en las señales para hacer la consagración, quien procederá a hacerla y comenzará entonces la restauración y el triunfo del Corazón Inmaculado. Ahora bien, entendemos que sería en el cónclave siguiente a la muerte de Benedicto XVI donde se daría el cisma anunciado reiteradamente por la Santísima Virgen a través de sus místicos y profetas, y cuya esencia lo constituye el Secreto no publicado de Fátima.
En el orden material es extremamente importante observar que la II Guerra Mundial significó tan sólo el comienzo de los castigos anunciados. Si los hombres no se arrepienten ni enmiendan sus vidas, otros castigos más terribles vendrán. Nuestra Señora anunció específicamente el castigo de la II Guerra Mundial cuando dijo: “La guerra está llegando a su fin” la Primera Guerra Mundial, 1914-1918–; “pero si no dejan de ofender a Dios una peor sobrevendrá durante el pontificado de Pío XI”. Este castigo ya ha ocurrido. El anunciado castigo al mundo “por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones contra la Iglesia y el Santo Padre,” es una advertencia profética mucho más amplia, que sólo se ha cumplido parcialmente. Si se va a realizar o no –todo indica que sí se llevará adelante el castigo–; lo único que podemos hacer con nuestra oración es disminuirlo en duración e intensidad – depende de si las peticiones sean atendidas o no. La revelación del castigo, en su totalidad, consta en la Tercera parte, aún no publicada, del Tercer Secreto — si bien se hace mención a él de modo muy genérico en la Segunda parte. Lo que ha dicho Nuestra Señora sobre el castigo en la Segunda parte del Secreto es esto: “Si atendieren a mi pedido, Rusia se convertirá y habrá paz; si no ella esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia; los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas.”
Luis Eduardo López Padilla
13 de Mayo del 2011