Mensaje de Nuestra Señora – María,
Llena de Gracia
El Advenimiento del Nuevo Mundo –
Palabras de Nuestra Señora
EL TIEMPO DE LA REALIZACIÓN DE LAS
PROFECÍAS DADAS AL MUNDO
19 de Mayo de 2013 – Fiesta
de Pentecostés
En esta linda
mañana, el Señor viene a alimentaros con Su Santa Palabra, para que tengáis
vida eternamente.
La
Palabra de Dios es Luz, es Alimento espiritual, Ella os mantiene de pie, os
ilumina mostrándoos la realidad. Por eso, todos los días Ella está sobre el
mundo mostrándoos, instruyéndoos sobre el deber que tenéis delante de Dios.
Mis hijos, es grande Mi alegría en traeros
este Alimento, en traeros los Consejos de Dios, para que cumpláis con vuestro deber,
y para recordaros que el Camino del Cielo es uno solo, es Jesucristo.
Yo no
soy el Camino, soy solamente la Madre de Él, y estoy aquí para mostraros que es
preciso ordenar el corazón para recibirlo.
Cuando
el hombre vive en la desobediencia a Dios, él no está en el Camino del Cielo, él
está en el camino equivocado, el que termina en el Infierno. Por eso, Dios os
está llamando a volver, es necesario concientizar que Él no engaña a nadie, no
elude, no es cruel, Él es Bueno y Misericordioso, ama a todos los hijos con
igualdad. Él da a todos, lo que ellos necesitan. Él es la mayor Riqueza que
existe y con esta Riqueza Él sustenta a la humanidad entera por toda la
eternidad, si ella reconoce que Él es Dios y cree en Él y en Su Poder.
Entonces
hoy, en este día dedicado al Divino Espíritu Santo, vosotros debéis pedir a Él
la Luz Divina, para que Ella descienda sobre vuestros corazones ayudándoos en
esta hora a responder vuestro ‘sí’ definitivo a Él, convirtiéndoos. Cuando el hombre se convierte
definitivamente el pecado pierde la fuerza, él caerá, ya no causará más la ruina
de nadie. El hombre comprenderá que el pecado no hace ningún bien a nadie.
Cuando los hombres dejen de pecar, él será rico de la Gracia de Dios. No tendrá
más el peligro de caer en el Infierno, porque Dios lo Salvará.
Dios
dará a todos los convertidos la Riqueza Eterna.
Convertíos,
convertíos, sed felices, Mis hijos.
Queridos
y amados hijos de Mi Inmaculado Corazón, os bendigo en el Nombre del Padre, del
Hijo y del Divino Espíritu Santo, que os ilumina conduciéndoos para siempre con
Su Luz.
Soy la Sierva
del Señor, María, la Madre de Jesucristo, el Salvador del mundo, el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo.
Soy la
Inmaculada Concepción de María, soy la Mensajera de Dios, y en el Mensaje de hoy
Él os agradece por el tiempo de oración y os alerta:
“Mis hijos, enderezad vuestros pasos, el
tiempo que os di está terminando y vosotros estaréis tristes, cuando ya no
tengáis más cómo enderezaros. No os olvidéis que os di de más, mucho más de lo
que vosotros merecíais por hacerlo, y vosotros no lo valorasteis.
Ahora, el tiempo que os queda es muy corto.
Con vuestro orgullo quisisteis seguir
rechazando lo que Yo os hablé y ahora no podéis perder este resto del tiempo en
el orgullo.
Volved a Mí, que Soy vuestro Dios, con
vuestros corazones abiertos a Mi Palabra. Vosotros ya sabéis que sin Mi Luz no
podéis ver dentro de vuestros corazones. Venid y Yo os daré el Espíritu Santo.
Yo Soy Dios, Soy El que Soy, Soy la Luz que os ilumina por toda la Eternidad. Yo os
amo con amor eterno.”
Queridos hijos, unidos vamos a reflexionar
las Palabras de Dios, Nuestro Padre Eterno, el Todopoderoso, que hoy, una vez
más, os invita a abrir vuestros corazones para recibir los Consejos que Él os
envía en este último tiempo de vuestra conversión.
Nadie puede ir por delante de Dios, todo
hombre debe someterse al Poder de Él. Ningún hombre puede cambiar una montaña
de lugar, sea del tamaño que sea, mas Dios puede y Él va a acabar con las
montañas de piedras que están dentro de vosotros, impidiéndoos amar a Dios,
amar a vuestros hermanos y amaros a vosotros mismos.
Mis hijos, la Santa Palabra de Dios os
lleva hoy a reflexionar sobre el día dedicado al Divino Espíritu Santo. Hoy la Santa
Iglesia os invita a revivir el momento en que el Espíritu de Dios Se manifestó
sobre Sus discípulos, apareciendo en Lenguas de Fuego, delante de todos los que
estaban presentes. Yo estaba también junto con ellos y Mi Divino Hijo, y sobre
Nosotros Él envió Su Espíritu para darnos instrucciones con las cuales estaríamos
listos para llevar al mundo Su Palabra. En aquel Día de Pentecostés, de repente,
oímos un ruido fuerte, como si fuese un viento muy fuerte, y luego aparecieron
sobre Nuestras cabezas, Lenguas de Fuego, y quedamos llenos del Espíritu Santo.
Dios Nos preparó, y hoy Él os está
llamando a prepararos para el mismo acontecimiento, convirtiéndoos.
Cuando Él os envíe el Divino Espíritu
Santo para purificaros, Él vendrá sobre todos los que creen en Él y todos recibirán
Gracias especiales. Muy pronto vosotros
veréis descender también el Divino Fuego del Cielo, para daros Gracias
especiales, para marcar a quien merece la Salvación.
Es necesario tener perseverancia en la fe
y seguir sembrando la Palabra de Dios.
Estamos todos al servicio de Dios, en aquel
tiempo el hombre necesitaba despertar y seguir luego los pasos de Jesucristo,
pues estaba comenzando a nacer la Iglesia humana, la Iglesia de Jesucristo, Ella
necesitaba crecer, vencer y dar inicio, porque todavía estaba estremecida con
la Muerte de Su Pastor y la emoción de Su Resurrección. Él volvió para el Cielo,
mas prometió, antes de subir, que enviaría a Sus discípulos el Espíritu Santo,
y así lo cumplió. Todo eso para sacar adelante Su Fundación, la Iglesia fundada
por Él. Hoy vosotros también tenéis este deber de continuar siendo la Iglesia
de Él.
Estamos todos al servicio del Padre, del
Hijo y del Divino Espíritu Santo, ahora principalmente, hora de todos vosotros
volver a Dios, para pasar vuestra purificación. Él enviará sobre vosotros este mismo
Premio. Vosotros ya sabéis, hijos, que
estáis en el último tiempo antes del Juicio Final. Antes acontecerá el Juicio
Particular, será un día que va a cambiar vuestra manera de vivir.
Muchos hijos corren el peligro de perder
la Salvación.
Significa que estos que pierdan la Salvación
irán para el Infierno. Mas, los que se conviertan, gracias a la Misericordia de
Dios, recibirán la Salvación. Terminará así el tiempo sobre la Tierra
contaminada por el pecado. Todos los que
se salven, conocerán la Nueva Tierra, el Paraíso que Dios reservó para los que
se conviertan, los que crean en Él.
Allí no habrá más enfermedades ni hambre,
ni guerras, solamente la verdadera Paz, la verdadera Felicidad, la Eterna. Todos conocerán a Dios y vivirán de Su Luz.
Renovada la faz de la Tierra, la felicidad reinará.
Entonces, vosotros debéis conocer lo que
Dios realizará sobre vosotros, Él os da una nueva pureza para vivir santamente.
La hora en que seréis purificados se
acerca, todos deben comprender que Dios transforma lo que se volvió impuro y
hace de todo para que el hombre tome
conciencia de que Él es el Creador, no es el hombre el que va a decirle a
Dios lo que Él debe hacer. Cuando llegue la hora, todo lo que es impuro pasará
por el Fuego Eterno y se volverá Santo. Mas, quien no se convierta no merecerá
la Salvación, no será purificado, será lanzado al fuego del Infierno.
Vosotros debéis prepararos para el día de
la Purificación de vuestras vidas.
Vosotros
oiréis el mismo ruido que Nosotros oímos en el Cenáculo y sobre vosotros descenderá
el Divino Espíritu Santo dejándoos listos para el Día del Juicio Final.
Cuando llegue aquel Día, el mundo comprenderá
que el Amor de Dios está, como siempre estuvo, sobre todos aquellos que valoran
la vida.
Mis hijos, Jesucristo siempre dijo a
todos los hombres, que la Paz de Él era para todos, mas no todos quieren la Paz,
y si no vuelven a Dios, no La tendrán.
Para
tener la Paz, es necesario recibir el Espíritu Santo, entonces todos los días debéis
pedirle a Dios que sople sobre vosotros Su Espíritu. Muchas veces pensáis que es necesario
ver para creer, mas Dios os envía Su Palabra y Ella os revela que es preciso primero
creer para ver, es preciso merecer.
Es esto lo que vengo revelaros hoy para
vuestra conversión.
Quien tiene fe un día llegará delante de
Dios y Lo conocerá cara a cara.
Ahora os pido la Santa Misa, la Santa
Eucaristía con fidelidad a Dios.
Rezad, rezad, rezad por los dos Santos Padres
Papas, Benedicto XVI y Francisco, por todo el Clero, por los religiosos y
religiosas, por toda la humanidad.
Rezad por los ateos y paganos, seguid
esforzándoos para ayudarlos a encontrar el Camino correcto, para que no pierdan
sus almas. Dios os recompensará.
Rezad por la Santa Iglesia fundada por
Jesucristo, debéis aumentar vuestra fe, nunca disminuirla, porque está cerca la hora en que el Divino
Espíritu Santo descenderá sobre el mundo para renovaros. Quien permanece en
Dios se alegrará porque tendrá la felicidad de seguir viviendo de Su Gracia.
Ayudad a los Santos Padres Papas a buscar
a todos los que están lejos y a traerlos todos a la Casa de Dios, la Iglesia de
Jesucristo.
Yo soy la Madre de la Iglesia y deseo
mucho acoger a todos los que todavía vendrán a Ella. Os espero con Mi Corazón abierto,
lleno de Amor para dar a todos.
Yo os amo mucho y os cubro con Mi Manto
de Amor.
Brasil,
Brasil, prepárate para la hora que vendrá en este año todavía para vuestro
retorno a Dios.
Ayudaos unos a otros, brasileros, y
venceréis las dificultades que se acercan.
Todas las naciones, estad listas para
vencer también todo lo que viene para el mundo.
Rezad, rezad, rezad.
Ahora os bendigo en el Nombre del Padre,
del Hijo y del Divino Espíritu Santo, la Madre de Jesucristo, el Salvador del
mundo,
María, la Inmaculada Concepción.
Gracias por corresponder al llamado de
Dios.
Mis hijos, perdonaos unos a otros, arrepentíos
verdaderamente de vuestros pecados, reparadlos antes que sea tarde. Vosotros no
sabéis lo que está llegando al mundo, preparaos, estad listos para vencer, no debéis
vacilar, aumentad vuestra fe, vuestra esperanza y confiad que nadie os ama como
Dios os ama, Él os socorrerá.
Ahora os
ofrezco Mi Inmaculado Corazón como Refugio en la hora del gran Castigo que se
acerca al mundo.
Un gran castigo se acerca para el pecado,
cuidad de vuestras almas.
Con todo cariño y amor de Madre os deseo la
Paz y llevo hasta Dios vuestros pedidos.
La Paz de Nuestro Señor Jesucristo esté
con vosotros ahora y para siempre. Amén. ¡La Paz!
¡Paz! ¡Paz! ¡Paz! ¡Amén! ¡Amén! ¡Amén!
Bendito sea Dios, Bendito sea Su Santo
Nombre.
Debéis reflexionar
sobre el Santo Evangelio de hoy: Juan 20: 19-23.
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